El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) en Buenos Aires, describe a la bambucicleta como un “vehiculo eficiente, ecológico y estético construido en un material tan renovable como la caña de bambú”. Lo paradójico es que el bambú, si bien es un vegetal que por sus características crece rápida y abundantemente, posee unas propiedades mecánicas tan asombrosas que engañan al sentido común. Su gran resistencia a los esfuerzos de tracción y flexión le otorgaron la fama de ser el “acero vegetal”.
La ventaja del bambú es que tiene un comportamiento similar a los materiales composites, compuestos cuya estructura interna se divide en fibras resistentes contenidas en una matriz. Pero en este caso no es el hombre sino la naturaleza la que se encarga de configurar su estructura de fibras resistentes y matriz para que estén dispuestas de tal manera que maximicen sus propiedades con un mínimo peso.
Así, uno puede obtener rendimientos que llegan a ser mejores que el carbono y el aluminio pero por sobre todo con un precio mucho menor ya que la Pacha Mama hace todo el trabajo técnico y productivo por nosotros y nos lo entrega generosamente, sin reclamar royalties ni propiedad intelectual. En Argentina encontramos caña de bambú desde el Delta hacia el Norte de nuestro país.
Sus desarrollos innovan en múltiples aspectos, por lo que al observar la bicicleta notamos diferencias en la estructura tradicional conocida. Para Masuelli “Las bicicletas siempre se basaron en una estructura en forma de reticulado que busca maximizar la rigidez. Pero en las bambucicletas, su diseño se realiza de tal manera que pueda aprovecharse de forma conveniente la envidiable elasticidad del material. Así las irregularidades del terreno son amortiguadas por la misma estructura, obteniéndose un andar mucho mas confortable y sin recurrir a costosos y complicados sistemas de amortiguación como en las bicicletas tradicionales”.
El bambú tiene también otros beneficios que lo hacen ambientalmente amigable. Además de su rápido crecimiento, existen variedades que aportan un 35% más de oxigeno que los árboles. Su desarrollo afirma el suelo y dificulta su erosión, además de ser muy indicada su siembra con el fin de recuperar tierras ya erosionadas por la negligente mano del hombre.
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