El próximo viernes 27, todo el mundo estará pendiente del estadio olímpico de Londres, la pieza central de los Juegos de 2012 y donde 80.000 espectadores podrán disfrutar en vivo de la ceremonia de inauguración de estos Juegos. Este estadio es algo más que un lugar en el que se batirán récords mundiales. Es un auténtico hito de la arquitectura deportiva. Diseñado para ser diferente, este edificio es el primer estadio olímpico desmontable del mundo, algo así como un juego de LEGO de proporciones gigantes.
Esta labor de ingeniería no ha sido fácil, los responsables han tenido que luchar contra el tiempo, la pérdida de patrocinadores por culpa de la crisis económica y un espacio en el que no ha sido sencillo construir un macroestadio. Situado en el East End Londinense, los constructores tuvieron que regenerar esa zona antes de poner la primera piedra: fue necesario demoler unos 200 edificios y además tuvieron que perforar una gran área del terreno en busca de bombas sin detonar, ya que ese barrio fue uno de los más castigados durante los bombardeos de la II Guerra Mundial.
Los creadores de este proyecto recuerdan con especial emoción el instante en que supieron que Londres acogería los Juegos Olímpicos de 2012 y, sobre todo, el momento en el que ellos fueron designados para esta construcción. Una de sus primeras decisiones fue crear un estadio olímpico mucho más sostenible que sus antecesores y se marcaron una máxima: «No cambiemos el deporte, cambiemos el edificio». Este equipo diseñó una construcción pensada para que pueda seguir siendo de utilidad para la ciudad después de los Juegos. Su propuesta es fascinante: una estructura con capacidad para 80.000 personas que, después del acontecimiento, podrá reconvertirse en un estadio sólo para 25.000, un volumen de espectadores mucho más real para los eventos regulares que se puedan realizar en el futuro.
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