De acuerdo a los planes de nutrición diseñados para la presente década, las instituciones sanitarias nacionales y europeas han comenzado a profundizar en el objetivo de reducir el consumo de sal y avanzar hacia una sociedad más sana. Las razones que avalan esta necesidad son contundentes. El 45% de los infartos de miocardio y el 50% de los ictus cerebrales están relacionados con la hipertensión arterial. Su causa principal es el consumo excesivo de sal.
El axioma es evidente: a menos sal, menos muertes prematuras. Para lograr el objetivo se ha marcado una estrategia: reducir a la mitad los diez gramos de sal que se consumen en nuestro país al día.
Los cinco gramos diarios que se recomiendan pueden estar presentes en un dieta equilibrada y habitual. Es una ingesta aceptable, alejada de la supresión total y puede conseguirse, pero es necesario proponérselo. Y aprender cómo.
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